Hablamos entonces del comer como una experiencia que nos condiciona permanentemente como individuos, como sociedad, omo seres culturales y espirituales. El cocinar y el comer entendidos como conocimiento, herencia y sabiduría, pertenecientes a un grupo de personas, que hace parte de su cotidianidad, que se transfiere y que muta con el paso del tiempo, tiene un altísimo valor identificador, por lo que su culto y la continuidad de sus prácticas son elementales para la fijación de la identidad cultural y la memoria colectiva de cualquier grupo social, sea una familia, una comunidad, un pueblo, una región o un país.
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- Contenido
- Prólogo: ¿Por qué somos lo que comemos?
- La comida y la mirada, un ejercicio pedagógico de antropología visual en artistas
- Experiencias
- En olla de barro: Cerámica Tradicional Tuate Belén Boyacá
- Prorrateo puerta a puerta
- Un día con la arracacha
- Cali es Pacífico
- El sancocho de gallina
- Hojas del Sabor
- Chimichagua, Cesar
- El derecho de un pueblo a comer lo que su tierra les da
- ¡A comer arepa de maíz pela’o mano!
- El Mote de Queso, “Sabor Costeño”
- El pan de maíz de Pupiales
- Cali, el Reino de las Macetas
- La Fritanga en Bocachica, Cartagena
- Cocinas del campo a la ciuda
- Campesina urbana
- Tinto blanco
- La alimentación de los marinos de Colombia
- Una dieta vegana
- Calistenia y culturismo
- Alimento espiritual
- Identidad, sentidos y sentimientos
- La arepa no es una tortilla