Plantear el problema de la libertad intrínseca e integral del individuo sin tener en cuenta la división en clases de la sociedad actual es, desde ya, hacer el juego a los mistificadores; pero contribuir a la iniciativa que, bajo la máscara de la nobleza de sentimientos, trata de justificar su voluntad de regresión, no demuestra menos inconciencia. Mediante su método de análisis, hace ya mucho tiempo que los marxistas han desenmascarado estas deshonestidades del espíritu, en las que la buena o mala fe empleada en ellas no entra en consideración cuando se trata de estudiar su funcionamiento sobre el plano de los intereses de clase.