El edificio teatral griego presenta una serie de conflictos interiores y exteriores que son un reflejo de los existentes en Grecia. El teatro pudo hacerse eco de ellos gracias al papel mediador, al valor cultural que representan y a la forma cómo se organizaron las ideas. Éstas, impulsadas por la dialéctica entre la unidad y la diversidad, adoptaron la forma de un sistema con el que el edificio teatral se convirtió en un escenario de diálogo entre el mundo humano, divino y natural. En definitiva, Grecia concibió al Théatron como una escena de la vida y como el microcosmos de su sociedad y de su cultura.