Este ensayo explora un espacio que airea las potencialidades rebeldes de la cultura para agrietar los cimientos sobre los que se asientan los imaginarios sociales. Frente a un mundo cada día más uniforme y aplanado, es urgente una acción política que reivindique el poder transformador de la palabra y ponga en contacto a los que son obligados a callar y a los que no se les permite escribir con quienes no tienen oportunidad de escuchar o leer.