En el suburbio donde vive Ruth Whiting, las esposas se ajustan a un código de vestimenta, dirigen sus casas de una forma aburrida y prosaica, crían a sus hijos de la misma manera; todas prefieren el café al té, conducen, juegan al bridge, poseen al menos una joya valiosa y son moderadamente atractivas. Sin embargo, Ruth se está volviendo loca. O, para decirlo de un modo políticamente correcto, acaba de sufrir «un leve ataque de nervios». Aunque la realidad es mucho menos dulce. Ruth se está volviendo loca porque su vida la está matando y su enajenación se ve agravada por la indiferencia de todos los que la rodean. Y es entonces cuando ocurre lo inesperado: su hija universitaria se queda embarazada de un compañero que resulta ser un estúpido, y Ruth se ve obligada a enfrentarse a sus peores miedos.