Tras once años de ausencia, el protagonista de El río vuelve a los escenarios de su niñez. El pueblo por el que correteó durante varios veranos ya no existe. Ha sido cubierto por las aguas del pantano y solo emerge, como inquietante aparición, cuando baja el nivel con el calor de agosto. Desde esa presencia irreal y envolvente, Ana María Matute nos ofrece la visión de una infancia tan mágica como irrecuperable. Los lobos, los mendigos, los disfraces, la muerte de un niño, la lluvia, las nubes o el eco son algunos de los elementos de esa evocación, que integra la realidad y el misterio, la vida y la muerte.
- El río
- El pan, bárbaro y apacible
- La pequeña vida de Paquito
- El tiempo resurgido, el tiempo nuevo
- «Moro»
- La barca de Valentín
- Gran Animal
- El precio de la soledad
- El odio
- Los niños y la muerte
- Viviremos largamente
- El mundo era una naranja
- Los alambradores
- Los acontecimientos
- Los disfraces
- Los venenos
- La riqueza
- El pastor niño
- Diarios atrasados
- Los espejillos
- Orgullo
- Aquel fuego
- Callar a tiempo
- Los hornos
- Las nueces
- El eco
- Los salegares
- Las ortigas
- El cielo
- Los murciélagos
- Rafael
- Los hermanos
- El hombre del chocolate
- La niebla
- El niño dormido
- El cementerio de los caballos
- Cosas sin nombre
- Los carboneros
- El barro
- Los árboles
- La desbandada
- Los morales
- Cementerios de mariposas
- La puerta de la luna
- Las jaulas
- Muchachos crecidos
- La salvaje primavera
- Mentiras
- El camino
- La selva
- Promoción
- Sobre este libro
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- Sobre Raquel Marín
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- Índice
- Contraportada