En Percanta que me amuraste una mujer es todas las mujeres… un cuerpo es todos los cuerpos… un nombre convoca todos los nombres de la historia literaria… un tejido textual se convierte en un enigma que seduce y envuelve, que provoca seguir leyendo para perderse, sabiendo que nos perderemos en una encrucijada de caminos hasta alcanzar esos ámbitos donde el amor permanece. Aquí se despereza, se desenreda una voz femenina que, cual Virgilio acompañando al poeta en su bajada a los círculos infernales, nos conduce en su viaje por el amor, hacia el amor, desgranando y acumulando los motivos eróticos: el amor como descubrimiento, encuentro y pérdida, el locus de la pasión.