De la lectura constante del Evangelio de San Juan, el Cuarto Evangelio, el autor ha encontrado una clave interpretativa al unir los textos de manera paralela, contextualizando la enseñanza de cada capítulo de forma concéntrica. Se inicia con la lectura de los capítulos uno y veinte, hasta llegar al diez y once, para culminar con el veintiuno. En el desarrollo de los distintos pasajes se encuentran unas fascinantes coincidencias, que sirven de hilo conductor, hasta que emerge la revelación sobrecogedora de que no es el discípulo quien busca al Maestro.