Rachel Palladia era adorada en Nueva York por sus postres, e iba a casarse con su prometido y jefe del prestigioso restaurante italiano en el que trabajaba… hasta que lo sorprendió en la cama con otra mujer.
Cuando éste decidió, además, reclamarle sus recetas, Rachel se volvió a casa, en Morrisville, Indiana, y le pidió a Colin Morris, abogado y su amor platónico del pasado, que la ayudara. Pero mientras preparaban su defensa, la relación entre ambos empezó a hornearse.
Ambos preparaban la receta del matrimonio perfecto. El único problema era que él estaba decidido a quedarse en la pequeña ciudad y ella añoraba las luces de Nueva York.