—¿Estará usted listo para el 5? Hoy es 2, y no hay tiempo que perder.
—Sí, señor; estaré.
Venía yo de Santa Fe, donde acababa de asistir a la comedia política representada con motivo del cambio de gobernador, y la dirección de La Nación me invitaba a hacer un viaje al extremo austral de la República, visitando cuanto paraje encontrara al paso. La misión me sonreía, pues con ella iba a realizarse uno de mis mayores deseos: conocer esas tierras patagónicas en que muchos hombres de pensamiento cifran tan altas esperanzas, experimentar las impresiones de una navegación en pleno océano, y quizá ser útil a los habitantes cuasi solitarios de aquellas apartadas comarcas.
La partida del transporte nacional Villarino estaba fijada para el 5 de febrero, a las 10 de la mañana. Debía llevar a su bordo al doctor Francisco P. Moreno, perito argentino, y sus ayudantes militares y civiles, hasta Santa Cruz, punto de arranque de la nueva expedición emprendida por el infatigable hombre público.
El 5 estuve listo, pero la partida fue postergándose hasta el 12, porque era necesario ensayar las dos lanchas Tornicroft que el doctor Moreno iba a llevar consigo para explorar los lagos Argentino y Buenos Aires. Por fin hubo que limitar ese ensayo a la prueba de la caldera con presión de agua, y embarcar la lancha que se había armado, sin desarmarla completamente.
El 12 a las diez en punto estábamos todos embarcados; y el Villarino se veía lleno de gente que acudía a despedirse de los viajeros, tan numerosos que apenas podían revolverse en la cubierta. El día, bastante caluroso, era magnífico, y el buque, amarrado en la dársena sur, frente al depósito número 1, manchaba el cielo azul con una ligera columna de humo que, al ascender, envolvía la flameante bandera de salida enarbolada en el trinquete.
—¡Buen viaje!
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- Sumario
- Créditos
- A don enrique de vedia
- I. En marcha
- II. Alta mar
- III. Toninas y medusas
- IV. Los galenses
- V. En plena germinación
- VI. Proa al sur
- VII. Deseado y el telégrafo estratégico
- VIII. Carnaval en santa cruz
- IX. Lunes de carnaval
- X. Los adioses de santa cruz
- XI. Rumbo a gallegos
- XII. La capital de santa cruz
- XIII. En el estrecho de magallanes
- XIV. La joya de magallanes
- Los establecimientos de Magallanes
- XV. Los pobladores del magallanes
- XVI. Antes de zarpar
- XVII. El triunfo del paisaje
- Témpanos en el Beagle
- Gran ventisquero en el Beagle
- Otro de los grandes ventisqueros
- Punta «divide» en los canales
- Monte Sarmiento
- XVIII. Los fueguinos
- La religión de los fueguinos
- El castigo de los onas
- La Luna yel hombre
- Indios onas
- XIX. Los fueguinos «at home»
- La familia fueguina
- Ona adulto
- Yacamush (médico)
- Fueguino adulto
- Diadema ona
- La guerra, la caza, la pesca
- Niños onas
- Choza fueguina
- Fueguinos en su canoa
- XX. Los fueguinos en la actualidad
- Indios Alacaluf
- El fin de una raza
- Facsímile de un dibujo yagán
- XXI. La capital fueguina
- XXII. Dos días en lapataia
- Isla Redonda (La Pataia)
- Cascada de río grande (Ushuaia)
- XXIII. Nuestras avanzadas del sur
- XXIV. La noche de usuhaia
- XXV. Historia e historias
- XXVI. Borrones de la cartera
- XXVII. De usuhaia a buen suceso
- XXVIII. La visión de la isla
- XXIX. San juan del salvamento
- Entrada a San Juan del Salvamento
- XXX. Tra la perduta gente
- XXXI. Mal tiempo
- XXXII. El presidio de san juan
- XXXIII. Naufragios y salvamentos
- XXXIV. Aventuras de mineros
- XXXV. Pelo y pluma
- XXXVI. Entre dos borrascas
- Peña en la ensenada «La Nación»
- Monolito
- XXXVII. Un poco de climatología
- Humedad relativa
- Lluvia media anual
- Presión atmosférica media anual
- XXXVIII. Puerto cook
- XXXIX. De regreso
- XL. Las últimas páginas
- Libros a la carta