Si dedica Ud. unos minutos -al menos- a pensar cómo explica este libro el Evangelio de cada día, seguramente se verá confrontado a esta pregunta: ¿Qué significa y qué lugar ocupa en mi vida Jesús de Nazaret? Y quizás también a esta otra que se deriva de la anterior: ¿Qué importancia y qué presencia tiene Jesús en la sociedad y en la Iglesia? No se trata de la importancia y la presencia de Cristo. Ni del Señor. Aquí se habla de Jesús, aquel humilde campesino que andaba por los pueblos y aldeas de Galilea, hace casi dos mil años. Jesús es un nombre que mucha gente religiosa no se atreve a pronunciar. ¿Por qué razón? Se discute si los primeros cristianos dieron culto a Jesús como Dios. San Pablo dice que Jesús es el Señor (Rm 10, 9) y es verdad. Pero lo que no se discute es que Dios, al que nadie ha visto (Jn 1, 18), se hizo visible en Jesús. Entonces, ¿que nos pasa con Jesús? A mucha gente, sin saber por qué, Jesús le da miedo y no es consciente de ello. Quizás por eso, buscamos la escapatoria que nos ofrece la religión y ponemos a Jesús en lo sagrado, lo divino, lo eterno... Disfrazamos así con buena conciencia nuestro miedo inconfesable a vivir felices nuestra propia humanidad. A muchas personas les va mejor recurrir a lo divino que intentar ser verdaderamente humanos. Lo que intenta este libro es descubrir y vivir lo divino en lo humano. Encontrar a Dios en Jesús.