Un hombre, con todas sus posibles caras, se descubre parte del mundo. Aprende a observar, a caminar, a hablar, a conversar, a callar. Aprende a descubrir la inconsistencia del tiempo, del espacio, la llamada creación, las personas. Aprende y reaprende, observa, camina, conserva instantes del viento que lo acompañan mientras afuera llueve. Y para, se detiene a contemplar las ramas de los árboles, las miradas de animales similares a él, los pormenores de la memoria, los pasos, los hábitos que nutren su cerebro, las estrellas. Se detiene para darle nombre a lo que se quiebra a diario en el susurro del mundo, aun cuando ha pasado, aun cuando se ha quebrado en trizas de viento seco.
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- Índice
- I: Matriz
- ¡Las precisiones de la memoria siempre serán un engaño!
- Antes de darnos acupunturas y espejos
- Cinco hasta 2015
- Llegarás
- ¿De qué, el motor vibrante que hay en mi paladar?
- Córtame el cordón a medio día
- Trombon sin boquilla
- Migrar de madre
- Bruma impalpable
- Hoy, en el supermercado
- II: Fulminatriz
- Callar
- Abrasadas
- En un pueblo donde llueve a cuentagotas
- Viento de agua tibia
- Pareidolia
- Xiraunime
- Otear la puja
- Morada vacía
- III: Cicatriz
- ¿Se puede borrar el viento de una bocanada?
- Colapso en tres tiempos