Gina Foster era la solución perfecta para que Clay McCormick consiguiera hacerse con su herencia. Pero la sinceridad con la que ella dio el «sí, quiero» le planteó a Clay un dilema. Con noches de veinticuatro horas, ¿cómo podía resistirse un recién casado? ¿Cómo podía conseguir mantenerse alejado de una esposa tan bella y sexy como la suya? Sencillamente, no podía. Así que irremisiblemente, aquella mujer virgen y llena de pasión acabó en los brazos de su ardiente esposo. A partir de entonces estaba claro que Clay tenía que detener todo aquello o acabaría perdido... ¡y casado para siempre!