Con los niños no se juega.
Esta es la pequeña historia de un niño pequeño. La historia de Paquito Solsona, un chiquillo huérfano y sin amigos al que le gustaría despegar del suelo y volar para liberarse de la angustiosa situación en la que se encuentra.
Y es que, internado en un colegio de frailes, Paquito Solsona se siente entre la espada y la pared y sin escapatoria posible, pues dos personas están firmemente decididas a acabar con su vida: un misionero con ínfulas de biógrafo, de una parte, y un religioso pederasta del centro educativo, de otra.
Al primero le sobrecoge su aspecto, sus blancos movimientos, su tristeza y, sobre todo, la languidez con la que canta la canción Yo quiero tener un millón de amigos, lo que le convence de que se halla ante la criatura más triste del mundo, esa criatura a la que lleva años y años buscando a fin de relatar su vida para, de esa forma, alcanzar la gloria literaria. Por ello le pide al niño que se confiese, que le hable de él, de sus inquietudes, de sus ideales, de sus ilusiones, de sus penas... De lo contrario, no dudará en acabar con su vida de manera violenta para que sean los periódicos los que indaguen sobre su vida y le suministren los datos que necesita. Pero si relata su experiencia, será su abusador quien se tome la justicia por su mano.