Un día cualquiera la escritora-a-pedido Lourdes Barrera recibe en su despacho la visita del despampanante y enamorado Antonio Martin du Gard, quien viene a entregarle lo que denomina "una historia": un dossier de cartas íntimas cargadas de metáforas, que él espera ver convertidas acaso en una gran novela. Premunida de esa displicencia existencialista de quien ya no teme a la frustración y al fracaso, dueña de una sabiduría que en el anonimato intelectual más absoluto ha ido templando su mirada, y montada sobre un talento literario respetable, la escritora-a-pedido acepta el juego, y uno no menor: el de por vez primera ser llamada "profesional", que para ella es algo significativamente distinto de "recibir un sueldo por escribir". A partir de ese momento será capaz de tomar con ambas manos los despojos que le han dejado las derrotas más cruciales y definitivas y de reorganizar todos los demás planos de la vida (su rol de madre; su relación con Camus, colega, compañero y amante; su historia familiar) a partir de su oficio de escritora.
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