Se encontraba nerviosa, no lograba adaptarse a la Universidad. Todas las clases estaban programadas con distintos compañeros y en diferentes cursos, por lo tanto para cumplir las jornadas académicas tenía que caminar todo el campus universitario para encontrar los salones. No estaba cómoda, sentía que sus compañeros eran aburridos y que además las chicas la observaban con un dejo de competencia. En definitiva, consideró que no era ese el tipo de gente que imaginó hallar en la universidad. Pensaba en la ansiedad que vivió por asumir esa etapa y en que lo único que había encontrado era una muestra de lo peor que vivió en su escuela secundaria. [...]
Cuando Raúl terminó, sus compañeros aplaudieron sobreexcitados. Para Adelaida que lo había escuchado en absoluta concentración, sería inolvidable ese 15 de junio de 1974, era la fecha en la que finalmente había comprendido que valía la pena estar en la universidad, que solo haberlo encontrado a él hacía que todo tuviera sentido.