Los problemas de los nacionalismos son una parte integrante de nuestra propia situación personal en el mapa político. Es difícil obviar la necesidad teórica y práctica de atender a los temas que en relación con los nacionalismos se nos plantean. Mientras que algunos pensaron que la globalización implicaría la homogeneización y el solapamiento de culturas, podemos constatar que no sólo no ha habido convergencia entre los diversos Estados en muchos aspectos sociales, religiosos y culturales sino que, políticamente, han cobrado especial fuerza los nacionalismos instalados en las partes más desarrolladas del mundo. De Quebec a Escocia, Bélgica y Flandes, pasando por los nacionalismos de nuestro país, estamos asistiendo a una nueva comprensión de las formas de reconocimiento y de solidaridad. Se han producido así cambios radicales en la comprensión de la ciudadanía y del autogobierno, de la complejidad social y del papel que han de jugar los Estados-nación tradicionales. Estamos asistiendo, pues, a la proliferación de «las diferencias». Ahora bien, estas diferencias «habrán de ser asumidas críticamente si pretenden alcanzar valor normativo». Desde esta perspectiva, la presente obra ha querido contrastar directamente las voces y los planteamientos de representantes y miembros de partidos nacionalistas en España con las posiciones de algunos analistas académicos.