Una dama extraviada apareció en 1923 y, dos años después, su autora recibió una carta de Francis Scott Fitzgerald, que acababa de publicar El gran Gatsby y estaba preocupado por ciertas similitudes entre ambas novelas que podían alimentar la sospecha de «un caso de plagio». Willa Cather le respondió que no veía motivos para sentirse plagiada, y Scott Fitzgerald respiró aliviado; aunque lo cierto es que Una dama extraviada era la obra que tenía en la cabeza mientras escribía su novela, y la causa directa de ciertos cambios en el proceso de su composición. Pero ¿qué podía tener que ver el mundo del glamour y el dinero que pintaba Scott Fitzgerald con el Oeste heroico, aun en sus últimos reflejos, de Willa Cather? Quizá esta historia de fascinación sostenida y sueños traicionados, vista por un joven que se abre a la vida, nos dé la respuesta. Marianne Forrester, esposa de un pionero del ferrocarril, anfitriona de la única casa elegante de la triste población de Sweet Water, siempre alegre en la riqueza y siempre resistente en la penuria, pasa de ser una gran señora a una mujer señalada por todas las habladurías. Un joven que la adora acaba despreciándola, y sobre su relación construye la autora un espléndido ejercicio sobre los entresijos de toda idealización.
- Guía laboral 2010
- Página Legal
- Índice general
- Presentación
- Capítulo 1
- Capítulo 2
- Capítulo 3
- Capítulo 4
- Capítulo 5
- Capítulo 6
- Capítulo 7
- Capítulo 8
- Capítulo 9
- Capítulo 10
- Capítulo 11
- Capítulo 12
- Capítulo 13
- Capítulo 14
- Capítulo 15
- Capítulo 16
- Capítulo 17
- Capítulo 18
- Bibliografía