Rosa Luxemburg (1871-1918) luchó toda su vida contra el capitalismo salvaje y su secuela de hambre, explotación y pobreza. Previó y denunció los gérmenes de la sociedad de consumo y previó y denunció el nacional socialismo (o social patriotismo, como ella lo llamaba); y previó y advirtió contra la deriva autoritaria de la Revolución de Octubre. Pero, ¿quién fue realmente Rosa Luxemburg? ¿Por qué la conocemos tan poco y tan mal? ¿Por qué su obra, y especialmente sus escritos sobre la “Cuestión Nacional” han llegado al público a cuentagotas, de forma fragmentada y terriblemente mutilada? La respuesta es que fue una revolucionaria sumamente crítica, sagaz, valiente y honesta y, por ello, incómoda. Incómoda para poderosos y patronos, que la enviaron una y otra vez a la cárcel; incómoda para “socialistas de Estado”, que propiciaron su asesinato; e incómoda para el estalinismo, que tejió un velo de silencio sobre su persona y su obra. Hoy, en cambio, nos damos cuenta de que su pensamiento es quizá, de entre los marxistas de su generación, el más moderno.