La insurgencia, según David Harvey, invita al arquitecto a reconocer otros teatros diferentes a los propios y, por consiguiente, a descubrir el rico y diverso panorama de la ciudad informal, cuya autoformación representa un amplio espectro de prácticas y maneras de entender y de atenderla, muy oportunas para la innovación teórica. De este tema se ocupa Arquitecturas insurgentes, que recoge, en dos partes, las exposiciones y las discusiones planteadas en el foro que, con el mismo nombre, tuvo lugar en 2016. La primera parte presenta algunos relatos sobre resistencias de las comunidades en entornos edificados informalmente en el corregimiento de Vallecito (en el sur del departamento de Bolívar) y en los barrios Potosí y Altos de la Florida (en la conurbación metropolitana existente entre Bogotá y Soacha). También narra las experiencias conjuntas de la academia y la comunidad, para construir una dialéctica entre las estructuras informales incipientes y consolidadas y entre un asentamiento rural apartado y la periferia metropolitana más reciente. En la segunda parte, se exponen algunas propuestas de insurgencia, hechas pensando en los posibles nuevos mecanismos de comprensión de las realidades de la informalidad urbana y en el trabajo que pueden realizar artistas y arquitectos. Con el n de vislumbrar modos para la creación de ambientes de acercamiento y participación comunitaria, se presentan las experiencias de artistas colombianos que han trabajado con arquitecturas y territorios en el espacio público de Bogotá y en ámbitos informales de Soacha y Tumaco. Así, el libro revela caminos alternativos, aún tenues, que van en contra del mundo absolutista del arquitecto, que obliga a que los demás seres se adapten a su particular visión y deseo.