Esta obra de Miguel de Unamuno es uno de los ejemplos clásicos más eminentes de la novela moderna. La ficción deja aquí de ser un puro vehículo narrativo, transmisor de historias, para convertirse en un universo textual de fecundas sugerencias. Unamuno cuenta de manera extraña su historia, inventando su nuevo género narrativo, la “nivola”, donde los personajes hablan en monólogos propios durante la obra. Agregando extraños sucesos literarios (como el encuentro del personaje con su creador o el monólogo del mismo perro) convierten este libro en un tesoro literario. El título, Niebla, expresa con claridad el propósito novelesco de desdibujar lo visible y materializar, en cambio, lo impalpable. En este ambiente vemos moverse a un hombre esencialmente frustrado, Augusto Pérez, sobre cuya muerte nos vemos obligados a pronunciarnos.