La Tarara se encomienda a san Federico (García Lorca) y a san Pedro (Almodóvar) para ser bendecida por el lirismo surrealista de uno y la pasión tecnicolor del otro. Esta es la historia –con aliento de thriller– de una mujer que nació hombre, de una hija sin madre y de una madre sin hija.
En el casco antiguo del Alicante de los años sesenta, donde trabajan las prostitutas que retratara con ojos amables Cartier-Bresson, vive Rosa, una niña violinista a la que se le aparecen con frecuencia compositores muertos como Liszt y Schubert.
La Tarara, una mujer transexual que trabaja la noche, acompaña a la pequeña en la lucha contra sus fantasmas. La Rosa adulta y la Rosa niña se entrelazan en un ir y venir de recuerdos que gravitan sobre un secreto de familia apenas presentido: un incendio, cenizas y el olvido. Hasta que unas cartas de amor encontradas en un cajón rescatan la memoria rota de una niña tan llena de música y belleza que no guardaba hueco al espanto.
Esta es la historia no contada jamás de tantos niños “con un cuchillo clavado en la garganta”, en palabras de Wadji Mouawad; un viaje iniciático y adictivo al fondo de la carne. Esta es también una historia sobre perdón, culpa y redención, un canto a la diferencia, un cuento en el que Caperucita, por fin, le toca el violín a los lobos.
- Cubierta
- Portada
- Créditos
- Dedicatoria
- Cita
- Preámbulos
- La Tarara
- 1 – Rosas y pensamientos
- 2 – El saltamontes en la tapia
- 3 – Un gitano y un violín
- 4 – Ella tenía dos voces
- 5 – Liszt, el franciscano
- 6 – Te llamaré Yedra
- 7 – Las serpientes de Tiresias
- 8 – Cartas sin leer
- 9 – Como Debussy
- 10 – Los cuerpos como banderas
- 11 – Un sostenido y un bemol
- 12 – Una mujer tiene que hacer lo que tiene que hacer
- 13 – Una chispa y ya
- 14 – Noche de San Juan
- 15 – Caballos salvajes
- 16 – Fronteras que no se deben cruzar
- 17 – Una rosa más a la tierra
- 18 – Sus zapatos
- Sobre la autora
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