«¿Qué tiene que ocurrir para que dos personas se odien? A veces, llamar a la puerta es más que suficiente.».
Miguel
Era un trabajo rápido. Ir, firmar y volver. No había razón para entretenerse, al fin y al cabo, Santo Domingo de los Altos no era famoso por su variedad de ofertas recreativas. Y, de haberlas, siempre terminaban en tragedia, al menos en mi caso.
Y sin embargo, ahí me tienen una vez más. Como una polilla atraída por la luz. Por hacerle un favor a una buena amiga, ya me veo otra vez chamuscado. Tiempo al tiempo.
Pablo
Poner piedra sobre piedra nunca fue tan complicado. Lo juro. Esto de trabajar y eludir al compañero de trabajo, no es tarea fácil. Pero es que es eso o arrancarle la cabeza de cuajo. Y quedaría feo acabar con un arquitecto con cara de ángel que, encima, trabaja gratis.
Tengo la estrategia pensada al milímetro para que no llegue la sangre al río. Si hay algo que se me da de perlas es planificar. Con no acercarme, no mirarlo y no hablar con él para nada más que lo que tenga que ver con la vieja escuela, lo tendré todo bajo control.
Miguel Salcedo no sabe cómo me las gasto.