Un canto de vida al amor, a la constancia, a la solidaridad.
Dos jóvenes, Pedro y Elina, apenas descubren el amor que ha surgido entre ellos, se ven obligados a separarse. El Cedral, poblado situado en algún lugar de Surlandia, donde viven, también se resiente de la devastación a la que el Nuevo Socialismo ha sometido a su país. La pobreza extrema y la hambruna se propagan entre la población.
Pedro emigra, promete regresar. Elina se queda, promete esperar.
Pedro y Elina, en medio de la adversidad, no renuncian a soñar ni flaquea su perseverancia de realizar su sueño y eternizar su amor.