No seré tan independiente, pero sigo siendo inocente. Y salvaje. Ni víctima ni heroína.
Nos pasa. Independientes, pero enredados en las situaciones de paso corto. Como a Eva, enredada, buscando jardines en los que seguir jugando a su aire. Y, aun así, besando el cielo en un mundo que no está hecho para volar. Sin querer ausentarse de su propia vida y mirando siempre al frente. Pero enredada. Se enamora, se enamora y se vuelve a enamorar. Dice sí, dice no, se contradice y aprende. Nos identificamos, mujeres y hombres, ¿o es que estamos siempre al mismo lado del espejo? Vivir es todo lo difícil o lo fácil que nos lo queramos poner. Como con Eva. Su puerta está abierta. Y la música no deja de sonar.