¿Qué se creían aquellos locos, acaso que las cosas se podían cambiar?
En 1873 se proclama la I República. Los deseos de cambio se extienden por todo el país.
En la aldea de Casas de Don Antonio, pegada al Guadalquivir, los hombres abandonan la pesca del esturión y se unen a los voluntarios de la República, participando en la rebelión cantonal. Solas, sus mujeres tienen que salir adelante por sí mismas.
Al mismo tiempo, se instala allí un campo de prisioneros de la tercera guerra carlista. Como tienen bastante libertad de movimientos, no tardan en intimar cada vez más profundamente con ellas, hasta el día en que tienen que marcharse. Pero las desgracias para las mujeres no acaban ahí, pues después de muchos años de prisión regresan sus maridos, mucho más embrutecidos que cuando se fueron.
Incapaces de aceptar todo lo que ellas han logrado en su ausencia, intentarán que las cosas sean de nuevo como antes, lo que conducirá a un final trágico para todos.
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