En un pequeño lado escondido dentro del corazón los Mc Court de Limerick en Irlanda marcan sus pasos hacia El Valle del Búho. Si Emily Watson es Angela Mc Court, ésta es a su vez Rosalia Laviñas.
La Sra. de Atrusa, Rosalia Laviñas, soñadora e idealista, empuja en cierta medida al Sr Atrusa a marcharse de la ciudad para vivir en el campo con sus hijos Fiona, Rubén y Gisela.
Convencidos y decididos, la familia se precipitará ante un abismal viaje donde las adversidades se irán sumando ante el incierto y duro futuro que se les avecina.
Llevados por la grandeza del campo y la libertad en las montañas, los niños que se columpian por los árboles, observan con detenimiento parir a las gatas y juegan en armonía por la finca, no parecen en principio, sentirse desdichados, aunque si perciben que algo no va bien y que entre sus padres ronda algún serio conflicto.
Una vez en Las Nieves, el marido Jaime, se siente embaucado y culpa sin cesar a Rosalia del desacierto. Verbalmente maltratada y rozando con el emocional abandono, la mujer siente entonces que su propia insensatez ha sido la causa del tan malogrado desastre, e intenta con todas sus fuerzas solucionar el enredo. Sin embargo, todos sus propósitos por enmendarse y la progresión de los buenos hechos se ven truncados cuando la muerte, que también cuenta, les saldrá cuatro veces al paso, arrebatándoles a uno de sus hijos en el imperdonable traspié.
Aunque a veces Jaime aparece ante su mujer Rosalia como un ser despreciable, este mismo ser humano también se nos muestra amable, cariñoso e incluso reflexivo y como padre quiere corregir, educar, proteger y enseñar a sus hijos.
Pero el desempleo, la escasez de medios económicos y el desequilibrio emocional llegan a dinamitar la estructura familiar y los personajes se dan de bruces con una realidad amarga.
La historia de la familia Atrusa que marcha hacia delante y hacia atrás en el tiempo, no olvida la infancia, tampoco la juventud ni la vejez.