Frente a la altura poética, la altura física, frente a la abstracción de lo poético, la materialidad de la piel, de los músculos, de los huesos. Porque el cuerpo está impregnado de historia y siempre es posible leerlo como una gramática.
Enfermos, sanos, encerrados, censurados, domesticados, aniquilados, atravesados por las lanzas de miles de discursos, nuestros cuerpos, los vuestros, devienen aquí motivo taxonómico-poético. Traumática o catártica, la biopolítica a debate, como apuntando lo necesario de lo somático, como afirmando la existencia (sin)razón de tácticas anatómicas de control. Emergencia política, máquina orgánica, representación, química, poder. La ordenación como contra-alegoría paradójica, como microsabotaje utópico del arte eurocéntrico de gobernar los cuerpos libres. Borgianamente, Cervantes decidió. Si sale cara de menor a mayor, si sale cruz de mayor a menor, Cervantes es la cara. Una vuelta, dos, tres, cuatro, quizás cinco o seis, no daba tiempo a contar. Cara. Al fin y al cabo, somos cuerpos por azar evolutivo.