La radicalidad de POR SI NOS DA EL TIEMPO está sostenida por la errancia. La figura que rige ese relato reluciente, que cuestiona el estatuto de las disciplinas y el del propio sujeto con la intensidad de un relámpago, es la del tránsito. Como la imagen del pájaro que raya el cielo con la cual se inicia el relato, esa figura supone transitoriedad, desplazamiento, desalojo, y abandono; de allí surge el tropo del desahuciado. A partir de esos movimientos se construye un relato enigmático: un profesor de literatura errante cuenta la historia de su escritura atravesada por el cuerpo y por la política, haciendo de Williams Carlos Williams o José Martí personajes que, como el profesor, están arcados por el desgarro del exilio, de la errancia y de la inestabilidad. El relato retoma y reescribe algunas preocupaciones críticas de Julio Ramos presentes en otros textos suyos; en este libro, la articulación de esas preocupaciones con una historia y una biografía devela lo que siempre, en algún sentido, parece haber sido la crítica para Ramos: un enfrentamiento a la realidad en un estallido de lucidez. Tal vez no hacía falta POR SI NOS DA EL TIEMPO para reconocer en Julio Ramos a un gran narrador. Sí hacía falta, sin embargo, para ensanchar la felicidad de los lectores. FLORENCIA GARRAMUÑO