Los 42 poetas incluidos representan una escritura urgente, de hoy, de este momento, y las típicas coartadas estadísticas que se argumentan para señalar que son muy pocos los que al final sobreviven, no le restan un átomo a la absoluta concretud y permanencia de cada uno de los poemas que aquí se reúnen. Al mismo tiempo, hay en el conjunto –en la cantidad de poetas nuevos, en la contundencia de sus lenguajes, en la irrupción definitiva de grandes poetas mujeres– algo que los sobrepasa, un efecto total como si colectivamente se estuviesen escribiendo otra vez los Cantares de Ezra Pound. Es la razón del título de esta muestra. Ellos obligan a remirar lo que se ha escrito desde Nicanor Parra hasta hoy (cosa que para cierto establishment literario parece resultar aterrador) y entender que lo que está emergiendo es en definitiva una era nueva de la que es muy poco lo que se puede vaticinar. Nada existe, decíamos, en el Chile de hoy que pudiese favorecer la aparición de estas obras y ellas sin embargo plenamente están aquí, mostrándonos el centro de una profunda incomodidad, de una extrañeza que lo social está hoy menos que nunca en condiciones de responder porque sus sueños (como sus pesadillas) no encuentran ni en la política, ni en la cultura, ni en la economía, seres sociales que los encarnen. Los poemas que emergen –desollantes y desesperados, irremediablemente bellos– están cumpliendo con el vaticinio de ver constituirse un mundo que no se ha querido.