Los poemas brevísimos parecen talismanes contra la disolución. A veces son epifanías, espejismos consistentes. Y siempre en ellos aparecen los ojos, los ojos, "los ojos en los ojos": soñando, o entreabiertos, o inversos, o dormidos, o fijos, o iluminados, o ciegos. El poema de Gayoso no deja de mirar o de presentir aunque no vea. No cesa de decirlo todo en en envés de lo visto. "Mi sacrificio, / no sé a qué dioses, / para seguir viviendo" dice el poema. En el viviendo del ser se oculta lo que va viendo el poema: "hacia otra vista", aunque "quien llega es ciego". Pero si el poeta llega ciego, lo hace para que la mirada "calle" y se desnude, angélica, la palabra poética que muestra así todas las cosas nimbadas, auráticas. Las cosas nombradas en el poema, ya lejos del solipsismo del yo que habla, y que se abre al "hablemos" del plural comunitario: "Que pase un ángel, / y nos deje callados, / y al fin hablemos / con nuestra historia. / Los ojos en los ojos".
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- Índice
- Liminar - Jorge Monteleone
- Lección de anatomía
- Contemplación del cielo
- El margen
- El reino
- Papá
- La luz sin nombre
- Sólo púrpura
- Miniado
- Fuego niño
- Temple
- Vacío
- Vitral
- Vilo
- Ronda
- Mudras
- Aquí
- Huésped
- Asceta
- Primitivo
- María
- Providencia
- Penumbra
- También
- Zozobra
- Albedrío
- Salvo
- Temblor
- Aleph
- Cadencias
- Fray butler
- Retirada
- Pietà
- Espejismo
- Huestes
- Repliegue
- Templo
- Neblinas
- Vacío
- Nocturno
- Senectud
- Devociones
- A la intemperie
- Bálsamo
- Ves ya otro árbol
- Andante
- De los iconos
- Rivieras
- Heroica
- Paternidad
- Transfigurados
- Aura
- Amanecer
- Pido un deseo
- Color
- Oscureciendo
- La pregunta
- Ars poetica
- Condición
- Volvedor
- Adviento
- Remuerde
- Ahora
- Vita nuova
- Aquí
- Tributo
- Golpe
- Primeras flores
- ENVÍO