Capítulo IV. Comienzo a columbrar lo que era aquello
Capítulo V. De cómo mi ángel se volvió al cielo
Capítulo VI. Márquez y Altamira
Capítulo VII. La batalla de Aroma según Alejo
Capítulo VIII. Mi cautiverio. Noticias de Castelli
Capítulo IX. De qué modo dejamos de rezar una tarde el santo rosario, yde la única vez que estuvo amable doña Teresa
Capítulo X. Mi destierro
Capítulo XI. El ejército de Cochabamba. –Amiraya
Capítulo XII. Cierto, admirable ybien sabido suceso
Capítulo XIII. Arze y Rivero
Capítulo XIV. Las armas yel tesoro de la patria
Capítulo XV. Un inventario. –Mi visita a la abuela
Capítulo XVI . La entrada del gobernador del Gran Paititi
Capítulo XVII. Comparezco ante el tremendo tribunal del padre Arredondo y soy declarado hereje filosofante
Capítulo XVIII. Tirón de atrás. –Quirquiave yel Quehuiñal
Capítulo XIX. ¡Ay, de los alzados! –¡Ay, de los chapetones!
Capítulo XX. El alzamiento de las mujeres
Capítulo XXI. La gran fazaña del Conde de Huaqui
Capítulo XXII. El lobo, la zorra yel papagayo
Capítulo XXIII. De la edificante piedad con que el Conde de Huaqui celebró la fiesta del Corpus, después de su victoria de «la elevada montaña de San Sebastián»
Capítulo XXIV. El legado de Fray Justo
Capítulo XXV. Una familia criolla en los buenos tiempos del Rey Nuestro Señor
Capítulo XXVI. Donde ha de verse que una beata murmuradora puede ser bien parecida ytener un excelente corazón
Capítulo XXVII. De cómo fui yllegué a donde quería