Nueve cuadernos abigarrados, con una letra pequeña, difícil de leer, así me encontré aquello que me ocuparía casi incesantemente: la vida de Etty Hillesum. En los cuadernos se revelaba la historia de una mujer, de 27 años, que vivía en el barrio Ámsterdam-Zuid. Eran sus diarios de los años 1941 y 1942, años de guerra. Pero para quien lea sus escritos, fueron años de su desarrollo personal y, paradójicamente, años de liberación. Fueron aquellos años en los que los judíos de toda Europa eran perseguidos y exterminados. En un intento por no perder el control en un «mundo salvajemente desordenado», busca las fuentes de su existencia y encuentra finalmente una actitud ante la vida que representa la profesión de un altruismo radical. Las últimas palabras de su diario son: «Una quisiera ser un bálsamo derramado sobre tantas heridas». ¿Quién era Etty Hillesum?