Así debería ser la vida

Quiere el saber popular que no haya dos sin tres... No sabemos cuán duchos están los habitantes de Maine (EE.UU.) en estas creencias tan españolas, pero la lectura de esta novela nos da alguna pista al respecto.

Una. Jennifer Ogden, mujer tan enamorada como cansada de mentiras y promesas, de esperas desesperadas, decide abandonar a una novia que, conviene admitirlo, la abandonó hace algún tiempo. Iniciar una nueva vida, eso es lo que necesita y para lograrlo acepta el puesto de auxiliar del Fiscal en Bailey's Cove, un pueblo en el que tiene condición de forastero cualquiera con menos de diez años de residencia...

Dos. Kristan Cassidy, nacida y crecida en Bailey's Cove, periodista que se ha ganado a pulso el calificativo «agresiva», tiene fama de ser una mujer áspera, un corazón solitario. Ella misma, escarmentada y dolida, se dice segura de que no habrá más amor en su vida. Pero la vida, además de palos, te da sorpresas...

Tres. Pamela Rivers sabe que ha jugado con los sentimientos de Jennifer, que tensó la cuerda hasta romperla. Ahora, pertrechada con las armas psicológicas que le ha proporcionado una terapia a la que acudió para allanar el camino de la reconciliación, le llegan noticias sobre una enamorada que persigue a «su» Jennifer. Competitiva como es, la presencia de una rival no puede sino espolearla. Hace las maletas y viaja a Bailey's Cove...

El lema del estado de Maine es: Así debería ser la vida. Con Jennifer, Kristan y Pam sabremos si ese eslogan es sólo un deseo o una feliz realidad.