A los doce años Juana Borrero era una excelente versificadora y pintaba. El poeta Julián del Casal la conoce y le dedica el poema Virgen triste, versos premonitorios de su muerte prematura. La pérdida de Casal la sume en el dolor, que mitiga cuando conoce a Carlos Pío Urbach a quien escribe estas cartas. Carlos Pío, comprometido con la independencia de Cuba, se fue a Cuba. Se despidieron en 1895 cuando ella marchó con su familia para Cayo Hueso y nunca más se volvieron a ver.