Once millones de almohadas soportan cada noche una sola cabeza sobre ellas. Y eso sólo en España- Pero no siempre. El hueco de al lado, muchas veces, tiene ocupante. Algunos roncan. Otros, simplemente, pasan por allí, hacen lo que pueden, se visten y aquí paz y después gloria. Y los hay que no llegan a posar sus pelos sobre el almohadón pero se meten en la cabeza ajena hasta el punto de que se adueñan de la almohada en cuestión durante una buena temporada. Dentro de esos once millones de singles, una buena parte son mujeres con un extraño imán que les hace atraer cifras obscenas de cenutrios en un radio de mil kilómetros a la redonda. Pero, ¿por qué dejar que dichos zoquetes mueran en el olvido de un almohadón inmaculado cuando su caricatura puede conjurar al menos una sonrisa en otras tantas mujeres ávidas de justicia sentimental?