Entre las múltiples lecturas que pueden hacerse de este libro, sea como un poema político, como un poema de amor o como un poema de triunfo de la sobrevivencia a las distintas violencias del mundo, el monasterio de las palabras es, antes que nada, una elegía que levanta las trazas de lo perdido, de lo que se ha perdido más allá del alcance de las palabras.