Cintolesi asume una larga tradición de la literatura de viajes, que le es familiar, y le da un giro que lo vuelve inusual: si bien este libro se basa en su experiencia personal, el autor recurre al humor, al chiste, a la crónica jocosa, a la diatriba política y, por qué no, al chisme, para salirse de sí mismo y reflejar una historia que quiere ser universal.