La república mexicana fue la nación que tuvo una más leal solidaridad ideológica aunque no tuviera la capacidad de ayuda de la URSS con la causa de los republicanos españoles, tanto durante la Guerra Civil como tras la derrota, con los varios cientos de miles de refugiados. La política de ayuda a la España republicana de Lázaro Cárdenas fue prolongada, con matices y ambigüedades, por los sucesivos presidentes mexicanos. A partir de 1947 no se dieron nuevos pasos en una postura que combinaba el reconocimiento diplomático de las instituciones republicanas españolas en el exilio con relaciones oficiosas de carácter económico y cultural con la España de Franco. Esta solidaridad ideológica y la generosa política de ayuda a los republicanos españoles por parte de los regímenes posrevolucionarios mexicanos necesitaban, no obstante, una urgente revisión historiográfica que nos permitiera conocer mejor sus claros y oscuros. El autor reconstruye el papel de los diversos protagonistas de esta relación política, destacando, por parte española, las figuras de Indalecio Prieto, Diego Martínez Barrio y Félix Gordón Ordás. Rastrea los antecedentes de esta amistad, establecidos durante la revolución mexicana y, sobre todo, tras la proclamación de la segunda república española. La protección de los refugiados en Francia y África y la evacuación de unos miles de ellos hacia América por la JARE entre 1939 y 1942 es objeto de especial atención. Los nexos existentes entre los republicanos y socialistas españoles y la elite revolucionaria mexicana facilitaron la integración (y una mirada complacida) de los primeros en México, aunque no fuera posible una emigración masiva de los refugiados debido al estallido de la guerra mundial y a la carencia de medios suficientes.