Entre los más de doscientos mil prisioneros de Dachau, 2.579 eran sacerdotes católicos, que fueron los más hostigados en la "ciudad de muerte, de locos y esclavos, del infierno de Dachau" como lo llamó el propio padre Kentenich. Este Prisionero reunía a sacerdotes y laicos, que por su conducción sacerdotal, sus pláticas y meditaciones era para ellos la fuente de apoyo espiritual que los ayudó a resistir a partir de la fe, sus diarios padecimientos. El P. Kentenich convirtió estos años de prisión en un tiempo de florecimiento de santos y de los primeros beatos mártires schoenstattianos, Carlos Maria Leisner, Gerhard Hirschfelder, Alois Andritzki; en un tiempo de nuevas fundaciones: el Instituto Secular de las Familias y el de los Hermanos de María; en un tiempo de gran inspiración y producción literaria, donde compuso, entre otros, Espejo del Pastor, que incluye las oraciones del Hacia el Padre.