Pueblan los evangelios: se les llama “personajes secundarios” y frecuentemente son anónimos. Mateo ignora el nombre de Jairo, y Marcos es el único en conocer a Bartimeo. ¿Por qué no sabemos nada sobre la identidad de la viuda de Naín, de la del Templo o del centurión de Cafarnaún? ¿Será para subrayar el rasgo que les es común a los tres: un encuentro con Jesús? En cada ocasión únicos y fugitivos, ¿qué producen estos encuentros en el cuerpo, en el corazón y en las relaciones familiares y sociales para que Mateo, Marcos y Lucas consideren necesario jalonar con ellos su relato del ministerio de Jesús?
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- 4 Otoño de 1986
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- Epílogo
- Agradecimientos
- Créditos
- Notas