"La poesía de Grassa Toro posee una extraña simultaneidad: el pasado sucede en el presente, el presente está por ocurrir, pero ya es demasiado tarde, porque antes que él ha comenzado el futuro. El poeta es a la vez el prestidigitador y el prodigio. Bajo la misma máscara Grassa Toro es el verdugo, la víctima y el juez irónico. Muestra tres cartas y aparecen doce mundos. Cierra un ojo y proyecta la oscuridad de un caleidoscopio. Poesía activa, viva, vertigosa e íntima, mundial y secreta. Grassa Toro la aborda con el lenguaje del mago que conoce la traición de la paloma: cuando ella aparece, toda la escena se empobrece, se derrumba". Leopoldo Castilla