Ha dejado de llover es una «novela de nouvelles», el retrato de una ciudad compuesto por cuatro variaciones sobre un mismo tema: una persona, súbita y accidentalmente, entiende por fin la vida de otra. La paternidad, la infidelidad, la muerte, la incapacidad para comunicar los propios sentimientos, la irrupción súbita del amor, la fascinación por el otro, la arquitectura del deseo, el miedo a la felicidad, los temas centrales que hacen temblar las vidas de los protagonistas de estas excelentes nouvelles son, en realidad, los temas de cualquier vida, pero Barba tiene la maestría de resolverlos aquí con la extraña iluminación «intervenida» con la que se resuelven en la vida real.
Dentro de la mejor tradición de la narrativa realista contemporánea (desde Alice Munro a Richard Yates), el autor regresa aquí al tono de sus mejores textos, como Agosto, octubre o La recta intención, pero en versión urbana, a la manera de un Dublineses revisitado.
Con este nuevo libro, pues, confirma su gran calidad literaria, que le ha valido tantos elogios: «Andrés Barba no necesita ayuda alguna. Tiene ya un mundo intencional perfectamente cerrado y una maestría impropia de su edad» (Mario Vargas Llosa); «Una mezcla de ternura y violencia que recuerda el mejor Jean Genet» (Edmund White); «Para mí Barba se ha vuelto un escritor imprescindible» (Rafael Chirbes); «Este escritor es un portento. Hay que leer a Andrés Barba» (Lola Beccaria); «Un nuevo grande de España, eso es todo» (Lire); «Barba ha entendido perfectamente la agresividad que a veces define nuestros encuentros románticos y la limpidez de su prosa es el vehículo perfecto» (Times Literary Supplement).
«Andrés Barba es uno de nuestros mejores escritores… Ha sido capaz de ir al corazón de las experiencias… Es como si Barba quisiese decir que hay un momento en que todo se entiende, que basta con escuchar o mirar al otro. Esa mirada sobre el sentimiento es el reino mayor de la literatura, y Barba ha accedido a él. Pocas veces he visto mejor tratados los sentimientos femeninos, sexualidad incluida, que en tres de estas nouvelles» (J. M Pozuelo Yvancos, ABC).
«Barba refrenda su maestría en el cultivo de la novela corta, manteniendo su coherencia y fidelidad en el enriquecimiento de un mundo narrativo personal centrado en el análisis de las relaciones humanas entre los miembros de una familia, con sus emociones y sentimientos» (Ángel Basanta, El Cultural, El Mundo).
«La elegante y diáfana prosa del autor de Versiones de Teresa (Premio Torrente Ballester) o Agosto, octubre sigue siendo la misma, puede que incluso más sutil» (Matías Néspolo, El Mundo)
«Andrés Barba prosigue su personal trayectoria narrativa y casi siempre anclada en la indagación –tan acerba y precisa como implacable– de los afectos, emociones y experiencias que anidan en el seno de una familia y modulan las distintas relaciones entre sus miembros, sean paternofiliales o fraternales» (Ana Rodríguez Fischer, El País).
«Que Andrés Barba iba en serio lo sabíamos sus lectores desde hacía tiempo. Su carrera es la de un corredor de fondo que a cada vuelta acelera ligeramente el ritmo, sin estridencias, sin grandes demostraciones, con una naturalidad asombrosa que hace que el trigo se separe de la paja. Ha dejado de llover supone un paso más en la consolidación de un escritor que va camino de convertirse en el mejor de su generación, con cada vez menos vicios que corregir y más virtudes que admirar… El verdadero tema de este libro es la fragilidad, la asombrosa fragilidad de todos los personajes de Barba. Hay que dejar claro que con “fragilidad” no quiero decir “debilidad”. Sus personajes no son débiles. Al contrario… En parte, el libro es un análisis de las deudas entre padres e hijos y de qué manera esas hipotecas nos incomodan, nos violentan, nos avergüenzan… Aquí hay un escritor para muchos años y sus contemporáneos tendremos que empezar a acostumbrarnos a ser meros Salieris de su talento» (Guillermo Ortiz, Sigueleyendo).
«Unas historias que se leen de un tirón y que dejan en claro la alta capacidad narrativa de su autor» (Santiago Aizarna, El Diario Vasco).