Esta investigación narra el interesante y divertido proceso cultural de cómo el cine y otros espectáculos fueron vistos por los pobladores de Medellín entre 1900 y 1930. Pero también cuenta cómo los medellinenses usaron el cine: un sastre que atraía clientela con el proyector; un proyeccionista que hacía sonar cadenas al paso de los esclavos en la pantalla; unas prostitutas que aprovechan la oscuridad de la proyección para trabajar; y especialmente unos pobladores que construyeron para sí una noción del mundo al relacionarse con los teatros.