Una discusión familiar a bordo de un tren. Una estación desierta en medio de la estepa. Un pueblo solitario, habitado por gentes desconfiadas y a las que no les gustan los forasteros. Con esos elementos, banales en apariencia, Sergio Kokis urde una trama que atrapa al lector desde las primeras páginas, sumergiéndolo en un mundo kafkiano en el que las cosas no son lo que parecen a primera vista. Un mundo en el que Adrian, el protagonista de La estación, extraviado en ese lugar perdido, sometido a una interminable espera, descubre que todavía es posible tomar las riendas de su propia vida, incluso de cambiar su destino.