Buscar a dos policías corruptos para vengar la muerte de su hermano, investigar la desaparición de unos guardaespaldas de elite y visitar garitos donde se juega al Texas Hold’em son los quehaceres que entretienen los días y las noches del detective Julio Cabria. Perdido en las calles del centro de Madrid, reclamado por el afilado Inspector Meléndez, perseguido por un cura visionario y acosado por una voraz jugadora de ajedrez, Cabria intentará terminar (casi) ileso esta peligrosa partida a varias bandas. Y, para no desentonar con sus rivales, lo hará con las cartas marcadas y una Glock en el bolsillo.
Óscar Urra remata con este relato la peculiar trilogía que comenzara con A timba abierta y continuara en Impar y rojo, y cierra así uno de los relatos más ágiles y desenfadados del reciente policial español.