Personaje destacado dentro del apasionante siglo XIX español a causa del considerable poder político que disfrutó durante largos años, Sagasta es, sin embargo, uno de nuestros dirigentes peor conocidos a causa de los simplistas retratos de trazo grueso con que se ha tendido a despachar su figura, y, en no menor medida, por haber quedado eclipsado a manos del político por antonomasia de la segunda mitad del siglo, Antonio Cánovas del Castillo.
Sagasta resulta así, hoy día, un personaje prácticamente desconocido para el lector medio, que, todo lo más, posee de él la imagen de un político astuto y marrullero, contrapunto y cómplice de Cánovas en la pendular alternancia periódica de conservadores y liberales que caracterizó la Monarquía de la Restauración.