En un mundo, tan apegado a la negrura y a la intrascendencia, es reconfortante encontrar personas como José Luis Gago, que trasmiten optimismo real ante la vida. Eso es lo que se percibe en cada acción de gracias de este libro lleno de sensibilidad, que nos hace caer en la cuenta de que estamos rodeados de pequeños detalles y de gestos sencillos de los que apenas nos enteramos y que son un filón inagotable para mostrar nuestro agradecimiento a Dios. Mucho más interesante nos resultan estas páginas cuando sabemos que están escritas como una última palabra, como un testamento de quien sabía que su vida estaba terminando. Este conjunto de últimas palabras nos ayudan a descubrir que la vida es hermosa cuando somos capaces de encontrar en ella un sentido a cuanto nos ofrece y que nos debe impulsar a llenar nuestro entorno de alegría y esperanza.