Extraviados en el laberinto de la evolución, dotados de un sistema nervioso anacrónico, cuando no inarmónico, nos gobiernan las apetencias de estirpe reptil, mimetizadas en la economía y la política. Con el descubrimiento de antiguos manuscritos, el advenimiento de las neurociencias, la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica, se desvirtúa el sistema de prejuicios que confunde los fines con los medios. Y a pesar de los escenarios apocalípticos vaticinados por los expertos, en las religiones sapienciales y en algunos pensadores descatalogados abundan las señas y los gestos para reiniciar el porvenir.