Historias desaparecidas representan una puerta de entrada a la pregunta por la relación entre la investigación arqueológica, la memoria y la violencia en América Latina. Por un lado, discute las formas en que la violencia adquirió una dimensión material en el pasado reciente de la región. Por otra parte, presenta las formas en que los arqueólogos contribuyen a rescatar, modelar y/o consolidar las memorias sobre los sucesos violentos. La desaparición constituyó una de las fórmulas siniestras para el ejercicio de la violencia bajo los regímenes dictatoriales que azotaron América Latina entre 1960 y 1980. La estrategia desaparecedora no solo se ejerció contra las víctimas; también involucró la eliminación de los dispositivos materiales que tenían el potencial de incriminar a los responsables (documentación, centros de detención, entre otros). El ostensible ocultamiento de la violencia creó una suerte de universo fantasmático: la desaparición no le sucede a aquello que no aparece más, sino a aquello que no cesa de aparecer aún ausente. Historias desparecidas nos permite acercarnos a lo que nos sucedió y aun nos sucede desde un abordaje diferente al de la historia convencional. Para ello recurre a las percepciones ocultas y enterradas que –si bien no siempre se plasman en la dimensión enunciativa del lenguaje- pueden ser recuperadas en la materialidad del mundo circundante.